Para contestar con cierto viso de realidad, la pregunta que debiera hacer el peronismo provincial o Frente de Todos, de como hacer para revocar el resultado electoral de 2.021 debiera tener más de 170 mil razones, cada una tan adecuada como la demanda que cada votante sugiera.

El mapa político está lleno de malas noticias para la continuidad del peronismo entrerriano, sobre todo en vista de estar colgado al manifiesto contrapeso del gobierno nacional y sus permanentes desavatares fundamentalmente económicos.

Como en aquella moraleja simpática tan usual en los coloquios cargados de ironía, aquí hoy, para el frente hay por lo pronto, dos noticias, una buena y una mala. La buena es que hasta el momento, los oficialismos provinciales en las elecciones que ya se han llevado a cabo, no han perdido. Mientras que la oscura parece ser el hecho de atarse a la convocatoria electoral nacional que no supone por lo pronto una idea con futuro feliz.

Estrategias de este tipo tienen matices, que ponen de manifiesto particularidades que quizás abonen instancias de discreción naturales pero que tal vez no sean tan dinámicas para la interpretación lineal universal.

Rogelio Frigerio, invitado de lujo por Juntos para el Cambio (o como se llame en el futuro) es el candidato a vencer y un caracterizado turista, en una provincia que supo acogerlo por cuestiones eminentemente comerciales. No obstante, con tan poco raigambre, demolió al radicalismo en aquella estruendosa asamblea que se hizo en Gualeguaychú, y luego cargado de ínfulas, ya fue por el peronismo vernáculo y le ganó cómodo.

El hombre de “visita” en Entre Ríos va por más y por ahora tiene con que hacerlo, mejor por desmérito de sus ocasionales adversarios que por lo realizado desde su propia construcción.

Se adentró en su momento, en los intestinos de un radicalismo detonado y resignado y desde ahí empezó a primerear pero saludando festivamente con sombrero ajeno.

Apareció de traje y galera y con boleta propia en las elecciones intermedia del 2021, a las que generalmente se las trata de un tanto irrelevante porque se dice que la gente las usa para expresar sus quejas, pero que luego vuelve a la hora de elegir quienes gobiernan ejecutivos. Y fue un rotundo triunfo para la lista opositora al oficialismo.

Y así se anudaron las estrellas, la UCR puso la estructura al servicio de Frigerio y el forastero, clavó oportunismo en la grieta de una realidad que de hecho apuntaba al escenario nacional. Y que supo capitalizar demasiado bien a pesar de que la crítica de turno, no pasó jamás de una retórica de manual.

En este país, uno se despierta después de 10 años, y puede llegar a decir lo mismo que dijo el día del inicio del letargo.

Lo cierto es que hoy el peronismo tiene en si mismo más de 170 mil razones en contra que se hicieron escuchar en las últimas elecciones.

Por otro lado, el justicialismo con esa particularidad tan enjundiosa, construir parcelas de peronistas desencantados y de tímidas conviccines para ser seducidos y ponerse otro camiseta, ya puso del lado de Frigerio a gente como el ex gobernador Mario Mointe, los puristas de Gualeguaychú como Luis Leissa y Emilio Martínez Garbino y algún otro parroquiano de pasado pejotista.

Hasta aquí hay dos cuestiones más a tener en cuenta, el corte de boletas históricamente es prácticamente inexistente y la polarización vive en pleno auge por ahora. No obstante, en la coyuntura con la aparición de Milei, puede que se rompa esa doble punta, o que al menos sufra algún tipo de escoriación más allá de que al histriónico candidato de las ideas peligrosas, su boleta presente en los cuartos oscuros sirva como para contener el desafío de los chalecos disconformes que por ahora no parecieran refugiarse en los partidos de izquierda.

En este país federal, pero unitario absolutamente en la práctica diaria y con un centralismo criminal que todos los días suma más fuerza, no se viven realidades semejantes de ninguna manera. En Capital o Buenos, Aires, tienen preocupaciones que van desde la inseguridad, la droga, hasta la pelea de pobres contra pobres con calles minadas de desaforados clientes purgando necesidades a través de miserables planes sociales y sin subtes.

Y así, se desanda un camino de una Argentina castigada y humillada. Y con una sociedad sin rebeldía.

Sin embargo en nuestra provincia, esos problemas no son tan sustantivos, hay otros pero no tienen tanta prensa. Y es porque solo leemos y vemos lo que quiere mostrar el centralismo patético de una sociedad capitalina que no transmite la imagen completa de un país. Desde ahí viene, todo lo que huela a bajada de línea porteña.

Curiosamente y sin aggionarse demasiado a la realidad, a Frigerio le bastó con muy poco para pasar por encima al peronismo provincial en aquella elección de 2021. O lo que es decir en nombre propio a Enrique Cresto.

A modo de contraste, en las elecciones de 2.019, donde fue reelegido Gustavo Bordet como gobernador de Entre Ríos, el PJ ganó por casi 170 mil votos de diferencia frente al candidato opositor Atilio Benedetti. En cambio dos años después, en las intermedias de 2021, con la camiseta de Frigerio, la oposición le sacó una ventaja de 173 mil sufragios. Mientras que el resto de los candidatos no llegó ni al 4% de cosecha.

Desde el laboratorio electoral partidario, se podrán analizar montones de variables para ver como ponerle otra cara a semejante derrota, de 54% a 32%, en 2021, lo que en buen romance significaría en números puros, y sin intoxicarse con sorpresas, restar para la alforja propia, en realidad, más de 80 mil votos de los 172 mil que Frigerio cuenta a su favor por lo pronto.

En la última elección de 2021 entonces, en términos de regiones más populosas, la peor debacle fue en Gualeguaychú (60% a 27%), luego Paraná, Uruguay y Concordia y solo en Feliciano ganó el oficialismo.

El justicialismo entrerriano no pierde una elección a gobernador desde 1999 frente el radical Sergio Montiel presidiendo la fórmula.

Para el peronismo local no sobraría entonces, además de hacer política electoral a tono, rogar por un milagro.

(*) Especial para ANALISIS.