Por Mirna Segovia.
En el año 2013 comenzamos con la profesora Lorena Pérez un plan de trabajo para que niños de entre 6 y 9 años con dificultades para adquirir aprendizajes escolares pudieran superarlos. Tenían una historia escolar de fracasos y sobre ellos se habían perdido las expectativas de progreso en su escolaridad.
Con Lorena formamos a jóvenes voluntarias que estudiaban en el profesorado de educación primaria “San Antonio de Padua” para que junto a las familias de los niños los ayudaran a realizar la tarea escolar, en sus propios hogares, atendiendo las dificultades existentes, descubriendo capacidades, creando materiales didácticos, desarrollando formas comprensibles de explicar los temas, adecuando los tiempos para cada tarea, etc. En reuniones con los docentes de los chicos se hacía el seguimiento de lo trabajado.
La experiencia duró 3 años, período en el que 14 estudiantes voluntarias realizaron acompañamiento pedagógico domiciliario a niños pertenecientes a 12 familias. En algunos de los hogares se trabajó con más de un niño. Se concretaron más de 400 visitas domiciliarias y una decena de visitas institucionales de seguimiento con los docentes. Nuestra intervención fue humilde en lo referido a cantidad de niños y familias abordadas, acotada a los recursos que disponíamos (en tiempo, cantidad de voluntarias) pero con fuerte impacto en la calidad de los resultados que luego fueron publicados en el libro “Acompañamiento pedagógico domiciliario”. Todos los niños lograron superar las dificultades iniciales.
Este año recibo con grata sorpresa el mensaje de uno de esos familiares. Me cuenta con gran alegría que aquel niño con el que trabajamos allá por 2013-2014 es hoy un adolescente que cursa el nivel secundario con buenas calificaciones. Con renovado agradecimiento me recuerda algunas de las realidades dolorosas superadas por la familia en ese proceso.
Estamos al final del ciclo lectivo 2021. Este tiempo fue particular, especial, por todas las circunstancias que lo marcaron debido a la pandemia de covid. Las próximas serán semanas de evaluaciones finales en las escuelas luego de las cuales cada familia recibirá el “dictamen” sobre aprendizajes escolares logrados o no.
Hoy quiero expresar mi reconocimiento a tantas familias y docentes que sostienen una labor esforzada y esperanzada para que los niños que manifestaron limitaciones significativas para aprender puedan tener avances, aunque sean pequeños los logros. Ellos son creadores de oportunidades, combaten a diario contra la tentación del desánimo y del etiquetamiento paralizante. Estoy segura que su afán no será en vano porque son motor de una cualidad esencial del ser humano: la capacidad de cambio. Sigamos sosteniendo la enseñanza que no deja de despertar esa capacidad, aunque los pequeños logros no siempre queden reflejados en la nota de un boletín de calificaciones.
¿Me permiten decírselo en versos?
Acercándose el fin del ciclo lectivo
algo se ha hecho costumbre ya:
que en las redes se hagan circular
las calificaciones que en la escuela y el cole
en el boletín se hicieron constar.
De niños y jóvenes se exhiben
notas muy buenas y excelentes:
lo que antes era íntimo hoy en las redes
se hace público con una fotografía
de la libreta de calificaciones
que suben familiares con alegría. .
Compartir la felicidad por sobresalientes logros
es reconfortante estoy segura de ello
pero he de preguntarme también
que estará pasando con aquellos
que no tuvieron boletines tan impecables
aunque para aprender no escatimaron esfuerzo.
Hay niños y jóvenes
que no alcanzaron excelente calificación
y no ha sido por vagancia ni por desidia
sino que han luchado con tesón
contra limitaciones físicas, psíquicas, cognitivas y materiales
ante la enseñanza impartida en ámbitos escolares.
En ellos cada pequeño resultado fue una satisfacción
por un hacer constante que no se pudo fotografiar
como tampoco una cámara pudo captar
la ilusión que tales avances les pudieron dar.
¡Que lo realizado no pierda el mérito
aunque elevada calificación no llegaron a alcanzar!
A quienes se aventuraron cada día
a encontrar el mejor modo de aprender
hoy quiero alentar y reconocer
porque en este proceso sí que se sufre,
sepan señores que también
sobre pequeños cambios el conocimiento se construye.
Tiempo al tiempo, que para todos el ritmo no es el mismo
solo no dejen del estudiante lo mejor esperar.
El ser humano es modificable
de eso no hay que dudar,
lo comprueban la familia y la escuela
cuando trabajan en auténtica coordinación y unidad.
Mirna Segovia
El dibujo es obra del artista local Ariel Aloy y corresponde a la ilustración de tapa del libro: “Acompañamiento pedagógico domiciliario”.
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